A las 18 por la avenida principal de Cosquín, más de cien agrupaciones folclóricas desfilan mientras la gente aplaude. Se suman a las del desfile matinal y los más de cinco mil jinetes que se pasearon bajo el sol que borró toda sospecha de tormentas durante el sábado. Hay una banda improvisa unas chacareras en una esquina y alguien que guitarrea en otra. La gente aplaude y sonríe. Estar en Cosquín, en pleno despertar del duende coscoíno es siempre sinónimo de alegría.
Falta poco para las 22 hs. Hay mucha gente alrededor de la Plaza Prospero Molina, no tanta dentro de ella (no superó el 70% durante la velada), pero el espíritu es igual en todas partes. A minutos del comienzo la emoción por la 63ª Edición del Festival no se controla. Hay abrazos por todas partes, gente que se reencuentra después de un año y esa magia que se transmite a través de generaciones, que llega de sopetón cuando el primer fuego artificial explota en el cielo.
Después de la bendición inicial, donde “La Scaloneta” tuvo su momento como referencia de modelo de equipo a seguir, pensando en el país, el Himno Nacional Argentino con la presencia del Coro Polifónico Municipal y la Banda Municipal Blas Parera, junto a Jairo y Juan Fuentes fue maravilloso. Apenas finalizado, Claudio Juárez abrió formalmente el Festival con el saludo que es música para nuestros oídos, acompañado por “el último resultado deportivo que a todos nos abrazó en celeste y blanco”.
EL MEJOR COMIENZO
Desde que se supo la grilla de esta edición, la presencia de Jairo, Juan Falú y Horacio Lavandera era una hermosa incógnita. Más por lo que presentarían que por la calidad que se experimentara, que se sabía que iba a estar a la altura del escenario donde se presentarían. Con el silencio siempre como puntapié y el tremendísimo respeto a la obra de Atahualpa Yupanqui y su compañera Nenette por parte del pianista; con el silencio como muestra de respeto y de cariño antes de que continuara esta “propuesta diferente” para el público (que se agradece y mucho) cuando Juan Falú empezó a tocar su guitarra y cuando Jairo les dio la bienvenida a los presentes “a este lugar mágico”, antes de que sonara de manera impecable “Luna Tucumana”. Y Jairo no se confundió, porque la magia si estaba sucediendo, tomó más fuerza con Atahualpa de fondo y con ellos tres en los oídos de todas y todos.
60 años del debut de “Don Ata” en el Festival y 100 años del nacimiento de Eduardo Falú, se conjugaron con una apertura donde “canciones susceptibles de ser interpretadas por los tres”, como había dicho Jairo, se dieron cita. Sonaron entre otras: “La Olvidada”, “El bien perdido”, “La Cuartelera”, “Las golondrinas” y “Tonada de un viejo amor”.
Luego quedó solamente el nacido en Cruz del Eje, quien fue reconocido por sus más de 50 años de trayectoria; quien contó la importancia de “Indio Toba” para su carrera y que dejó una postal hermosísima y muy importante para su vida personal y profesional: “Podría bailar toda la noche contigo” la canción que le a su mujer fallecida el año pasado, fue interpretada junto a su hijo Yaco y su nieto Francisco.
LOS CONSAGRADIS Y QUIENES QUIEREN SERLO
Por Siempre Tucu, con un repertorio seguro lograron una presentación efectiva; mientras que Yamila Cafrune, festejando 31 años de carrera fue más novedosa, al invitar al escenario a Juan Cruz Monguillot, sobrino nieto del cura prócer de Cosquín y Marisa Sáez, procedente de
Otamendi – Buenos Aires, con sus hijos y el acordeonista “Chochi” Duré para renovar ese escenario, para hacer lo que su padre: darle posibilidades a artistas no tan difundidos y evocar de la mejor manera la memoria de su padre Jorge. Por su parte la gracia, la complicidad con el público, el reconocimiento en su repertorio a todas las regiones y su federalismo cantado la convirtieron en otro de los puntos altos de la noche.
Martín Paz, junto con su banda impecable homenajeó a quien para él es “el más grande”: su padre Onofre con “Eterno amor” y logró darse el gran gusto de tocar sin lluvia en Cosquín; quien también tocó (y de qué manera) fue Agustín Sánchez, ganador del Pre Cosquín. Quienes también ganaron el Pre Cosquín, pero en Pareja de Baile Tradicional, fueron Anabela Sequeira y Emiliano Schneider que se convirtieron en uno de los números más festejados de la noche. “De lo mejor de esta primera luna” dijo alguien por ahí y no le erró. Hermosos números, para la ovación del público.
Y ya que estamos hablando del público, hay que destacar a quien dejó en pie al soberano coscoino. A quien lo hizo pararse y aplaudir un rato largo, para que ya se hable de él como Consagración de este año, pese a que en conferencia quiso no tocar el tema. Hablamos de Juan Fuentes, quien el año pasado tuvo que cerrar la primera luna bajo una tormenta que no terminaba y este año cerró su participación bajo otra lluvia, pero de aplausos. “Tarda en llegar y al final hay recompensa” dijo quien se emocionó hasta las lágrimas, luego de dejar todo de sí: canciones en un vozarrón increíble. Tal vez nos quedamos con ganas de escuchar más canciones propias del ex huayra u otras de las “que sabemos todos”, pero el resultado para él y la Plaza cerró por todos lados. Para el “Indio” Lucio Rojas también, quien cuando lo hizo subir de nuevo en su presentación, dijo que ya lo había consagrado la Próspero Molina.
CIERRE A PURO COLOR Y CALOR
“Vengo del norte salteño, señor!/ mestizo criollo, coplero y cantor”, es la presentación cantada del “Indio” Lucio Rojas, quien ya no necesita presentación en ningún lugar, más que su porte y su colorido atuendo. Desde el principio se percibía una fiesta, para terminar la primera noche de este festejo federal. Una fiesta que se extendió hasta varios minutos después de la cuatro AM.
Energía, baile, canciones, sorpresas… No faltó nada. Ritmos característicos de su región, invitados como Efraín Colombo, de Santa Fe y Catherine Vergnes, de Uruguay, que engalanaron su presentación, que a su vez tuvo un momento inolvidable con y un momento muy especial cuando cantó junto a representantes de comunidades wichi, chorote, toba y qom, quienes pidieron por el cuidado del monte, de la tierra y del agua, en una provincia donde la emergencia hídrica ya es más que preocupante.
La emoción fue tanta y tan desbordante, que las lágrimas de Lucio aparecieron cuando invitó “al último decidor de las cosas bellas”, o mejor dicho cuando él se invitó a bajar a la platea para que Lázaro Moreno, quien estaba entre los presentes, tuviese su momento en Cosquín para cantar “Añoranzas”.
Luego de esperar que atendieran a una persona que se había descompensado, Rojas cantó junto a Juan Fuentes, para cantar canciones fuera de programa y para que la Plaza se quedara de pie cantando “una chacarera de esas que te hacen llorar”. Agradeciéndole que “su voz es como un consuelo, para poder festejar y para sentir que estar en Cosquín es “mitigar cualquier mal”.
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